domingo, 7 de septiembre de 2008

Patrimonio Inmaterial

El concepto de Patrimonio ha evolucionado significativamente durante el siglo XX pero, fundamentalmente, a partir de los sesenta y setenta. Si concretamos más podemos apuntar la reunión de Río de Janeiro de 1957 y la mesa redonda de Santiago de Chile de 1972. Ésta última además coincidía con la declaración de patrimonio de la humanidad en París.

En esencia, hemos saltado de un concepto de Patrimonio centralizado en el monumento como marca pretérita de nuestro pasado, a un concepto holístico donde la importancia no se encuentra tanto en el valor histórico y/o estético de dicho bien sino en su valor documental y evocador.

Según la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial perteneciente a la UNESCO el Patrimonio Cultural Inmaterial es el crisol de nuestra diversidad cultural y su conservación, una garantía de creatividad permanente.

Para esta mismo Convención este patrimonio inmaterial se manifiesta en los siguientes ámbitos.

 

·      Tradiciones y expresiones orales

·      Artes del espectáculo

·      Usos sociales, rituales y actos festivos

·      Conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo

·      Técnicas artesanales tradicionales

 

Esto usos, estas artes, estas tradiciones orales cómo se pueden gestionar, quién decide cuáles se deben conservar y cuáles erradicar. En líneas generales la decisión debe partir de un consenso democrático en el que tengan cabida las voces y los votos de los individuos partícipes de esas tradiciones, los poderes gubernamentales y los movimientos colectivos y asociativos. Ellos, sus diálogos, son los que pueden sacar el mayor rendimiento a un patrimonio intangible.

¿Y para qué? La cuestión fundamental de todo gasto (económico y temporal) en la recuperación de un recurso patrimonial. Bernard Deloche afirmaba que El hombre sin identidad, alienado o amnésico, es una suerte de “viajero sin equipaje”, transparente y desarraigado. No debemos olvidar que nuestra identidad como colectivo lo forma nuestra historia. Y nuestra historia la forma forman los documentos. El patrimonio es uno de los documentos tangibles más valiosos que poseemos: permanece en el tiempo para las generaciones futuras. El valor documental, emocional y pragmático de ese patrimonio material lo pone la inmaterialidad del mismo. El poder evocador que de él desprende. De aquí que siempre cualquier artefacto del pasado es merecedor de atención. El patrimonio inmaterial siempre será el alma del patrimonio material.

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